martes, 23 de agosto de 2011

Relato Corto: El gran invento de la electricidad


Un cuarto pequeño acoge a una silla ennegrecida por el hollín, con restos de una sustancia otrora pegajosa y que ahora es solamente una mancha negra dentro del todo oscuro de este objeto.  En el centro mismo de la habitación, esta silla ofrece la desilusión y la soledad dentro de un metro cuadrado, nada a su alrededor, solamente una bombilla sobre ella y un par de enchufes la rodean. 

A veces una mesa se deja caer por allí para completar el austero mobiliario de este cuartito, ayuda en tareas tan necesarias como mantener extraños aparatos sobre su arquitectura. Todo ello se ve colmatado por una bombilla que parece no querer dar luz, esconde ese brillo todo lo que puede y débilmente realiza su trabajo. Si miramos fijamente a este pequeño haz de luz, podemos ver como intenta arrancar con pequeños destellos durante un rato hasta que consigue esa débil estabilidad.

domingo, 14 de agosto de 2011

Relato Corto: “Crónicas de la taza del váter”


No recuerdo mi nacimiento, ni siquiera mi infancia. Solamente tengo vagos recuerdos de fuego y moldes. Mis primeras imágenes son las de un gran patio donde nos amontonaban a todos los compañeros unos junto a otros. Estábamos llenos de suciedad, insectos y el sol maltrataba nuestro cuerpo sin piedad.

Todos nos alegrábamos cuando uno de nosotros era llamado por nuestro dios. Aparecía rodando y con un gran gancho te elegía y subía a sus espaldas para salvarte del sufrimiento del patio comunal.

Era alegría y envidia lo que sentíamos cuando un compañero se iba, aunque realmente no sabíamos si nuestro dios era bueno o malo, ya que ninguno de nuestros compañeros volvía al patio comunal. Si te ibas era para no volver.

viernes, 5 de agosto de 2011

Relato Corto: “Mi amigo, el monstruo de la cama”


Toda nuestra infancia la pasamos temiendo a algo. Cuando no es un monstruo que habita en el armario, es un hombre que vive en la esquina, un compañero de clase que abusa de nosotros o un familiar que nos tiene manía. Siempre hay algo que nos produce temor, nos arrebata la felicidad y borra nuestra sonrisa de la cara, convirtiéndola en un gesto de preocupación.

Desde pequeño he sido un solitario, los monstruos me la traían al pairo. Es más, quería verlos para así estrangularlos y llevar la cabeza a clase para ser el chico más popular de ese curso, pero por más que lo intentaba no los veía, y ello a pesar de que dejaba el armario abierto, no me bebía la leche ni comía las verduras, tampoco hacía caso a mis padres;  Incluso llegué a dejar de hacer los deberes y tiré globos de agua a los vecinos.