sábado, 11 de julio de 2015

Relato Corto: ¿Dónde estás?



Laura llega del trabajo en su Smart,  como cada día, sus dedos se mueven con agilidad presionando la pantalla de su Smartphone de último modelo. La aplicación de mensajería instantánea le sirve para quedar con Jorge después de cenar ¿Su marido? No es ningún tipo de problema, se irá a la cama temprano y ella pondrá la excusa del calor para salir a tomar un helado con las amigas, que posteriormente se alargará en unas copas al ser fin de semana.


Como cada día, Laura se dirige a la nevera  para coger leche y hacer uno de esos batidos de proteínas que le ha mandado su entrenador personal. Desde que hizo caso a su amiga Irene y se apuntó a ese gimnasio, la vida le va de maravilla. Ha dejado atrás los años de embarazos y penurias, ahora es una mujer moderna que incluso se puede permitir el lujo de tener más de un escarceo sexual con chicos más jóvenes que ella.

Julio es el último bollycao que ha conseguido encandilar con la experiencia de una mujer madura y un físico totalmente tonificado. Cuando Laura cierra la puerta de la nevera y se dispone a informar de todo el plan a su nueva amante puede comprobar que hay un papel escrito a mano pegado con un imán. 

Querida Laura:

No te preocupes por las niñas, una es lo suficientemente mayor para entender esta situación y la otra está en casa de mis padres jugando con la dichosa maquinita. He de decirte que esto no me lo esperaba, sabía que durante los últimos meses estábamos pasando un bache y muchos rumores llegaban a mis oídos sin que quisiera hacerles caso.

Sabes que siempre he sido un poco testarudo y simple, dos características que consiguieron que formáramos una familia, a pesar de todas las dificultades. Nunca me importó que tuviéramos que vivir con tu madre y tu abuela hasta que ambas fallecieran,  una situación que provocaba una dificultad más que evidente para dos jóvenes recién casados.

Desde el primer día siempre he intentado llevar el  máximo sueldo a casa, para ello siempre he sacrificado mis aficiones particulares, ¿recuerdas mi afán por el aeromodelismo de joven?, lo primero siempre ha sido tú y la familia. He pintado, he sido albañil, camarero y tras varios años deambulando de trabajo en trabajo me establecí como tractorista para la empresa de Don Jaime. 

Con el paso de los años aprendí  a querer a esa mujer atractiva totalmente autosuficiente que quería su propio coche, su trabajo bien remunerado y que compartía todas las tareas conmigo. A pesar de lo dicho por muchos de mis amigos, nunca pensé que una mujer debiera de cargar con todo el peso del hogar. Incluso tu madre, durante sus últimos años de vida, me insistía en que te atara más en corto, que una mujer no podía tener esas diligencias.

Siempre he sido un calzonazos, o eso es lo que opina todo el pueblo de mí, tengo un coche con más de 10 años para que tú pudieras tener tu tan ansiado Smart, suelo ir siempre vestido con la ropa del trabajo sin importarme nada que te gastes parte de nuestro  dinero en los trapitos para las niñas y pata ti. Todo me importaba poco, lo único que quería era llegar a casa y tener a las tres mujeres más importantes de mi vida.

Un espejismo que siempre he abrazado y nunca he tenido los cojones de afrontar. Desde la muerte de tu madre te noté distante, después de tanto tiempo esperando para tener esa soledad necesaria en la pareja, pude apreciar que era demasiado tarde. Tu cuerpo ya no respondía ante mis caricias, tu actitud era demasiado fría y alejada para avivar esa llama que tanto resaltan en las películas de amor; el fuego de la pasión que nos calentaba se inundó en el cubo de agua fría de la realidad.

Me estoy enrollando más de lo que me gustaría, pero no puedo pasar por alto toda una vida juntos, son demasiados años para plasmarlos en un papel.  Te prometo que no voy a extenderme demasiado. ¿Recuerdas la enfermedad de María? Todas esas horas en los hospitales en los que la familia se unió más que nunca y permitió que volviésemos a ser uno.  Mi cabeza todavía vuelve a esos fatídicos días que pensábamos que todo había terminado, pero que salieron bien y nuestra niña  puede disfruta de una vida plena. 

Termino ya, sólo te quería recordar la primera vez que nos besamos ¿Te acuerdas? Fue debajo de ese árbol tan grande en el que grabé nuestras iniciales con la navaja de mi padre. Quince años tenías tú y 18 tenía yo, justo la edad para darte la primera vuelta en el viejo coche con el que comencé a conducir. 

Si de verdad has sentido algo por mí, por favor reúnete conmigo en ese árbol  

Firmado: Pascual

Laura coge el papel y lo hace una pelota para tirarlo a la papelera. Este hombre es gilipollas, siempre tan amante de las escenitas y de presentarse como la víctima de todo lo que ocurre.  

¡Tú también tienes la culpa! Le grita al cubo de la basura.

¿Dónde estabas todos esos días en los que me encontraba mal? Yo te contestaré, trabajando y trabajando. Todos los días te levantas y te vas a trabajar, una relación no es sólo ganar dinero y tener hijos.

Coge el cubo y lo lanza contra la pared, toda la basura orgánica se desparrama por el suelo mientras Laura rompe a llorar.

Egoísta. Siempre has sido un puto egoísta, esta vez te vas a enterar. 

Se dirige hacia el comedor y levanta el teléfono fijo, marca de forma apresurada varios números mientras se seca las lágrimas con un pañuelo.

¿Diga? Es escucha al otro lado del auricular.

Pascual, soy Laura, está tu hijo ahí.

No, me trajo a la niña y se fue a la ferretería que tenía que terminar un trabajo. ¿Ha pasado algo hija?

Nada importante abuelo. No deje que juegue hasta tarde con la maquinita, que ahora irá tu hijo a por ella.

Está bien. No te preocupes que ya le tengo preparada la cena.

Dele un beso de mi parte.

Se lo daré cariño. Un abrazo.

Laura mira desconcertada el reloj de pared, son más de las siete de la tarde y Pascual no está en casa. Coge su Smartphone y busca en la agenda a Don Jaime para ver si se les ha hecho tarde.

Don Jaime

Soy yo, ¿Quién llama?

Soy Laura, la mujer de Pascual

Muy buenas tardes querida

¿Está mi marido con usted?

No. Esta tarde se marchó temprano y no lo he vuelto a ver.

Sabes usted donde se fue. Dice Laura preocupada.

Me comentó que tenía que pasar por la Ferretería y me pidió que le prestara la furgoneta del trabajo. Dijo algo así de ver un viejo árbol.

Muchas gracias Don Jaime.

Laura no cuelgues. Dice el hombre.

Dígame

¿Qué pasa? Esta tarde Pascual me dio un abrazo y me agradeció lo bueno que había sido con él todo este tiempo. Tras esas palabras el teléfono emitió un largo pitido.

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