martes, 15 de noviembre de 2016

La Comunidad de las Pichas Pérdidas




Desde hace meses un amigo me insiste a que visite la asociación que le ha cambiado la vida. Me facilitó una tarjeta negra con las letras CPP rojas en grande, al principio creía que era una asociación comunista o algo por el estilo pero al llamar me aclararon que sólo era un club social. Advirtieron que era complicado entrar en este club tan selecto y me mandaron una ubicación al móvil, todo moderno oye.


Para no dar explicaciones cogí un par de autobuses urbanos y me planté en la dirección indicada. Un bajo comercial gigantesco, con un cartel al que le faltaban algunas letras y que en otros tiempos indicaba ‘Obrador Miguel e Hijos’ hacía las veces de anfitrión. Al tocar el timbre pude apreciar que en la parte superior de la puerta había una especie de cámara que me observaba imperturbable, al poco tiempo sonó una voz que dijo: “Bienvenido Carles, entra y espera en el vestíbulo”.

Todo muy misterio esto, al entrar la puerta se cerró de forma automática y pude vislumbrar una especie de vestíbulo de color oscuro sin apena luz natural con sillas de terciopelo rojo, (¿esto no será un puti es lo primero que pensé al entrar?) y un olor que mezcla entre el tabaco, el incienso y a hospital, todo muy raro.

Un hombre con un cigarro en una mano y un Smartphone de último modelo en la otra aparece tras una puerta negra, el tipo llevaba el chándal del Barça y una gorra de España. Me mira y lo primero que me dice es:

¿Qué te has vestido para una boda?

Ante semejante comentario no pude esgrimir ningún tipo de respuesta, me había puesto mi americana de moderno comprada en la tienda esa con nombre de pato, que hacía juego perfecto con mis mocasines rojos y el pantalón de color azul. Realmente no me había arreglado, había cogido lo primero que tenía por casa y que había elegido mi mujer las pasadas rebajas.

Bueno como veo que no contestas  así que me presentaré. Me dice mientras guarda su móvil, da una calada al cigarro y extiende la mano. — Soy Matías, aunque aquí me conocen como el pleno al 15.

¿Y eso? Me atreví a decir con un murmullo después de sufrir un apretón bestial de manos.

Es el motivo por el que me encuentro aquí, me tocó un pleno al 15 en la quiniela y mi vida se arruinó. 

Supongo que otro día me lo explicarás más detenidamente, suena a una historia muy interesante. Comenté intentando agradar.

Por supuesto, ahora sígueme que te paso con el Presi y continúo con mi partida de futbolín que les estoy dando un repaso tremendo.

Me indicó que pasar por la puerta por la que había venido y pude apreciar un pasillo bastante largo con numerosas habitaciones a los lados y una puerta mucho más grande al final. La iluminación aquí era mucho mejor y se escuchaban diferentes voces en las puertas, unas gritaban, otras reían y algunas mostraban su desacuerdo con algún tipo de incidencia. También se escuchaba en el fondo una voz que chillaba implorando silencio, que no podía leer el periódico deportivo en paz.

Todas las puertas eran de madera de color negro, en la que tendría lugar mi entrevista había un cartel que ponía Dirección. Pleno al 15 llamó a la puerta y al escuchar una voz que indicaba que pasara me abrió la puerta, me indicó que entrara y me deseó suerte.  La habitación era gigantesca, a la izquierda había varios sofás con una nevera a su lado y una pantalla gigante justo en frente. 

Se podía apreciar un billar, una diana electrónica y un equipo de música que tenía puesta la radio en la emisora deportiva. En el fondo, un hombre de unos 60 años con una camiseta con unatanque de cerveza que decía “Dios creó la Birra al octavo día” me indicaba con la mano que me acercara. 

Encima de la mesa tenía todos los periódicos, una tableta en la que había una partida del Angry Birds Star Wars en pausa y una cerveza de importación alemana. Al verme se levanto, extendió la mano y dijo.

Soy Mateo, aunque aquí todos me llaman el Presi. Me dice mientras baja la radio con un mando a distancia.

Buenas, yo soy Carles Lianiaski.

Siéntate hijo, me comentó Antonio que eras un buen tío y que seguro que te gustaría formar parte de nuestra organización.

Bueno, Antonio no me dijo exactamente a qué os dedicabais. Comenté mientras tomaba asiento en un sillón carísimo.

Se levanta y comienza a pasear por la habitación, coge los dardos, enchufa la diana y empieza a jugar 
despreocupado. Después de tirar por primera vez y no acertar me mira y comenta: 

No somos una organización, somos una familia que acogemos a todos esos hombres que necesitan apoyo moral y un lugar en el que estar con los suyos.

Entonces… 

¿Estás casado o soltero? Me interrumpió.

Casado le respondí mientras le mostraba mi alianza.

Vives con algún tipo de familiar o sólo con tu mujer.

Con mi mujer y mis hijos

¿Tienes hijos? Me contestó sorprendido.

Sí, respondí mientras me levantaba en pos de irme de allí, el mes que viene los trillizos cumplen cuatros años.

Dejó lo daros y se interpuso en mi camino, puso una mano en mi hombro y me comentó.

¿Cuánto tiempo llevas sin disfrutar de la vida matrimonial?

Pero qué coño me estás contando. Le comento mientras salgo disparado en pos de la puerta de salida.

No te hagas el fuerte, si estás aquí es porque eres uno de los nuestros.

Yo no soy de los vuestros ni de nadie, abre la puta puerta ahora mismo. Dije mientras intentaba abrirla sin éxito.

Al instante se abrió la puerta y entró mi amigo Antonio con un cubata en la mano y un taco de billar en la otra:

¿Qué pasa?

¿Dónde coño me has metido? Le insté mientras le cogía de la pechera.

Tranquilízate Carles, no seas gilipollas.

¿Que no sea qué?

Gilipollas. Me comentó mientras me cogía de las manos y me acompañaba a uno de los sofás.

En pocos segundos el salón del presidente estaba lleno de hombre de distintas edades, algunos en chándal otros bien arreglados. Portaban de todo, desde mandos de videoconsolas, periódicos, tabletas e incluso uno llevaba unas gafas de esas nuevas de realidad virtual sobre la cabeza.

Carles, mira a tu alrededor, no te cierres y admite que eres uno de los nuestros.

¿Pero que soy qué? Chillé como si estuviera poseído.

Pues una picha perdida, eso es lo que eres.

Y aquí estoy, con mis nuevos hermanos esperando a que empiece la final de la Champions League mientras disfruto de una cerveza y de una barbacoa. ¿Mi mujer? Pues Antonio me hizo la cobertura y yo se la hice a él, que para eso estamos en el mismo bando.

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