sábado, 23 de abril de 2016

Siempre hay que mimar al cliente




Carles, Carles, levanta que es la hora.

Otro día más mi mujer me saca del estado Rem y me trae de vuelta a la realidad, de nuevo dejo de ser el protagonista de la historia para convertirme en Carles Lianiaski, un camarero a jornada completa que sobrevive con su mísero sueldo y soporta a su preciosa novia de toda la vida.


Ya coy cariño, no te preocupes que me levanto en seguida.

Espero a que abandone la habitación para comenzar a levantarme, no necesito ni la luz para saber dónde está cada cosa y los movimientos que tengo que hacer para ponerme el pantalón negro, la camisa blanca y el chaleco negro de diario; como siempre todo está perfectamente planchado y ordenado en su respectivo cajón.

La neblina que Dios mandó cercenando la vida de todos los primogénitos aparece bajo la puerta de la habitación con un suave e intenso olor a café. Los que no fuimos elegidos al nacer todavía continuamos padeciendo la ira del todopoderoso.

Como ocurre cada mañana desde que el alcohol me permite recordar, mi mujer mira con atención el televisor mientras desayuna un café con leche y sus inseparables campurrianas. 

Mira Carles, el presidente compadeció anoche ante la prensa y no nos enteramos.

Será para decirnos que le tenemos que pagar las vacaciones o algo por el estilo, ya estamos en mayo. Le digo mientras me siento en la mesa de la cocina.

Engulle la última campurriana del paquete, me mira de forma inquisitiva y me dice:

Sabes que no me gusta nada que hables así de nuestro Presidente del Gobierno.

Lo siento cariño, cuéntame que es lo que ha dicho nuestro querido Presidente. Le comento mientras agito el café tranquilamente.

Cada vez que tiene que hablar de política mi mujer se pone en pie y empieza a mover sus manos como si de un molinillo se tratara. No me gusta recordárselo, pero es clavada a su padre cada vez que injería una de sus ideas en mis argumentarios de sobremesa.

No ha pedido que tratemos muy bien a todos los turistas, especialmente a los alemanes.

Siempre hemos tratado bien a los turistas. Le digo indignado.

Pero esta vez es diferentes Carles. Me dice mientras recoge las tazas y se dispone a lavarlas.

¿Por qué?

Las agencias de viaje de Alemania han sacado un paquete especial para este verano, al parecer el gobierno alemán quiere que sus trabajadores descansen y ha subvencionado los viajes con destino a España. 

Joder con los alemanes, esos sí que viven bien y no sus primos españoles que trabajamos el doble y cobramos la mitad.

No te quejes y trata bien a los alemanes que son los que nos darán de comer este verano. Por cierto, tira que llegas tarde.

Cojo una pequeña mochila con una camisa limpia, las gafas de sol, la cartera y el móvil para encomendarme hasta mi lugar de trabajo. No sin antes darle un besito a mi mujer y desearle un buen día.

Mándame un Whatsapp cuando salgas. Me grita desde la ventana del 4 piso de un edificio casi en ruinas.

Mi trabajo, si se le puede llamar así, no tiene mucha historia, básicamente somos cuatro camareros que llevamos platos y demás viandas a los comensales. De vez en cuando nos podemos escapar a echar un cigarro al callejón que hay detrás de la cocina, pero generalmente estamos en el salón hasta que se nos acaba el turno.

Por suerte, hoy es uno de esos días en los que puedo salir antes de las 12 de la noche, en vez de volver a casa directamente me gusta dar un pequeño paseo para disfrutar del olor a salitre y tomar una cerveza en el Bar Kingdom (nunca sabremos el porqué de su nombre). Suele estar lleno de gente y esta noche no es una excepción, así que busco un rinconcito y con una simple señal de la mano ya tengo un Whisky con hielo frente a mí.

Al tercer Whisky dos dedos estrechos punzan mi espalda dolorida, me giro y veo a una  mujer bastante grade, rubia y por los colores de la cara diría que un tanto achispada. Detrás de ella, a unos metros prudenciales, estaba su grupo de amigas riendo y señalando el atrevimiento de una de las integrantes del grupo.

Hola. Me dicen con una pronunciación más que forzada.

Buenas noches. Le contesto mientras le hago una señal al camarero para que me ponga otro y me de la cuenta.

Es usted muy guapa.

Muchas gracias, pero querrás decir guapo. Le contesto entre risas.

Se sonroja y sitúa una de sus manos sobre su boca mientras jura en arameo, o eso es lo que me suena a mí. Parece que es alemán, aunque no estoy muy seguro; los cursos que nos pagó el jefe para aprender idiomas no es que fueran demasiado buenos.

Lo sienta, yo español no mucho.

No te preocupes, te manejas bastante bien. Le comento mientras la invito a sentarse. 

Muchos gracias.

¿Cuánto tiempo lleváis aquí?

No entiendo. Me dice mientras apura su copa.

Cuando me disponía a contestarle silenció mis labios con su dedo índice, sonrió y dijo: 

Yo tres semanas en España, no fisgar desde que llegué.

Siempre puedes poner la tele para fisgar. Le digo entre risas.

No, fisgar. Me dice mientras me hace gestos obscenos con la cadera.

¿Quieres decir follar?

Eso es lo que quiero yo. Follar.

Se giró y le hizo un gesto de Ok a las amigas, que abandonaron el bar y la dejaron a mi merced. La seguridad y la superioridad con la que me trataba incluso llegó a asustarme en ciertos momentos, es verdad eso de que los alemanes se creen los dueños del resto de Europa. En pocos minutos me había llevado a su hotel por calles principales y sin perderse en ningún momento.

Al entrar en la habitación me sentó en la cama y se desnudó de forma mecánica: doblaba cada prenda perfectamente y la situaba en su cajón correspondiente. Me dejó anonadado, eso de los besos, preliminares y tal no iban con ella. Al terminar me miró y me dijo:

Te gusta mi cuerpo.  Comenta mientras iba de un lado para otro bamboleando su precioso culo bávaro. 

Está muy bien, ven que te bese mi diosa teutona. Le digo  mientras le señalo la cama a mi lado.

No. Me dice de forma imperativa.

¿Perdona?

Tu ropa fuera, luego yo follar contigo.

¿En tu país no se hacen cosas antes de fisgar? Le comento tomándole el pelo mientras me quito la camisa.

Espanol silencio, te voy a mostrar lo que se hace en mi país.

Al terminar de desnudarme cogió mi mano, extendió uno de los dedos y lo introdujo en su vagina. Entre risas lo sacó y me demostró que estaba muy paronda, como decía ella en vez de cachonda.  El sexo era demasiado, digamos… Alemán. Todo mecánico y muy premeditado. Primero se puso encima de mí y empezó a moverse de forma constante y repetitiva ¿Dónde está la imaginación? 

Creo que tuvo un primer orgasmo en esta postura, porque después de unos cuantos resoplidos me dijo que me tocaba demostrar la valía de mi país. Estuve un rato, pero en cuanto cambiaba un poco la inclinación o la profundidad me daba una torta en la cara y me decía que fuera regular. Después de otros suspiros se puso un poco tensa y me miraba de forma inquisitiva, creo que esperaba que me corriera o algo por el estilo.

Después de 10 minutos de miradas inquisitivas y de pellizcos en mis nalgas conseguí llegar al orgasmo. He de decir que la señora alemana no quiso que me pusiera preservativo, eso es de países pobres me dijo cuándo saqué uno de la cartera.  Nada más terminar se levantó y se dirigió al baño como una exhalación para limpiarse, al rato apareció con un pijama, apagó la luz y se acostó dándome la espalda.

Al poco tiempo estaba roncado tranquilamente, miré el reloj y comprobé que eran las dos de la madrugada. Recuperé mi ropa de una de las sillas, me vestí y cogí el bloc de notas del trabajo para dejarle en la mesilla mi número y mi nombre. Un beso en la mejilla de despedida fue lo último antes de salir furtivamente.

Decidí echar un cigarro mientras disfrutaba de la brisa marina, me encanta relajarme un poquito antes de llegar a casa y nada mejor que el ruido de las olas para poner en orden las ideas.  El pajarito de Whatsapp me indica que tengo un mensaje:

¿Cariño has salido ya? Tengo mucho sueño y me voy a la cama.

Ya estoy camino a casa. Le escribo mientras apuro el cigarro de una chupada.

Entonces te espero despierta

No hace falta.

¿Mucho trabajo? Me pone acompañado de caritas con corazones.

Estaba mimando a los alemanes como me has dicho esta mañana.

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