Tic, tac, tic, tac…
- ¿Podrías ser tan amable de dar ya la hora de levantarse?
Tic, tac, tic, tac…
- Bueno si no eres tan amable de hacerlo te vas a la mierda señor reloj. Cojo el reloj y lo estampo contra la pared deshaciéndolo en pequeños trozos.
Abro el cajón de la mesilla de noche y saco otro reloj:
- Espero que te portes mejor que tu compatriota, vamos da la hora.
Marca las 7 y media de la madrugada y empieza sonar.
- Así me gusta un reloj obediente, a ver mañana como te portas.