Una casa unifamiliar en un barrio medio-bajo, la ciudad, una de tantas que hay en el panorama de un país herido por un arma de doble filo al que los entendidos llaman economía. La población adormecida por culpa de opiáceos como la política y los medios de comunicación. Dentro de este panorama podemos encontrar el salón de un dúplex constituido por una gran diversidad de muebles procedentes de Suecia que crean un ambiente acogedor y familiar.
Cuatro personas componen una reunión familiar a la 5 de la tarde. Un chico y una chica en torno a la veintena de edad y dos padres en torno a la cincuentena conversan preocupadamente.
- Chicos tenemos un problema. Dice la madre mientras sostiene el brazo del padre entre los suyos.
- ¿Qué pasa mami? Dice la hija.
- Tenemos un problema bastante serio. Suena la voz ronca y grave del padre.
- ¿Qué ha pasado? Dice el hijo que hasta ahora se había mantenido expectante.
- He ido al banco a sacar dinero para hacer la compra y no me ha dado nada, creyendo que era porque el cajero estaba averiado fui al otro banco. Cual ha sido mi sorpresa al ver que tampoco me ha dado nada. Llamé a vuestro padre para que trajera las cartillas y las tenemos vacías.
- Si estamos a 9 de Junio, ¿cómo que no tenemos dinero? Dice la hija con cara de desesperación.
- No lo sabemos cariño, pero vamos a tener que coger algo de vuestros ahorros. Os lo devolveremos pero no queremos que se nos quede al descubierto la cuenta, sino puede ser peor todavía.
- No hay problema, dice el hijo, mientras se levanta del sillón y apaga la tele.
- No hay problema por mí tampoco, dice la hija.
- Muchas gracias hijos, ahora tenemos que ser más ahorrativos. Como sabéis vuestra madre no ha trabajado durante este invierno y por culpa de los dichosos pepinos la campaña de este verano se ha ido a la mierda. Se sienta en una silla el padre con aspecto desolado.
- Papa, dice la niña.
- Si cariño.
- No te preocupes por eso, los políticos han dicho que van a llegar subvenciones y ayudas para los productores de hortalizas y frutas españoles.
Con una expresión de sorna y asintiendo de forma irónica dice el padre:
- Ya lo sé cariño, pero los productores no son los trabajadores. Y sin trabajo ya sabes que no hay dinero. Además sabéis que este invierno no he trabajado mucho, tenemos las obras prácticamente paradas y gracias a que conozco a muchos constructores sino estaríamos peor. A pesar de eso hemos tenido que usar muchos de nuestros ahorros, si es que los tuvimos algún día, y ahora estamos viviendo de lo que entra.
- Papá ya sabes que puedo trabajar donde sea. Dice el chico mientras se sienta junto a su hermana en el sofá.
- Lo sé hijo, el problema es que no hay trabajo que hacer. ¿No tenías prácticas de la universidad?
- Si padre, pero son sin remunerar, cuando he preguntado si me iban a pagar algo se han reído de mí y me han dicho. “Si encuentras unas prácticas remuneradas nos avisas”. La cuestión es que sí encontré algunas remuneradas pero se las han concedido a hijos de, o conocidos de. Tú me entiendes.
- Tranquilo hijo, aunque no te paguen metete ahí, si luego tienen un hueco como te conocen puede ser que te contraten. Dice la madre mientras se sienta a su lado en el sofá.
- Lo sé mamá, pero unas compañeras llevan dos años trabajando como becarias para una cadena conocida por todos, les pagaban 300 euros, cuando todos los becarios se han licenciados los deberían de haber contratado por expirar su tiempo de prácticas. Sin embargo han hecho algo muy fácil, los han despedido a todos, en el buen sentido de la palabra, y han pedido otros cinco becarios para sustituir a los que se han marchado.
- Hermanito por lo menos tienes algo constructivo que hacer este verano. Dice la chica mientras apoya la cabeza sobre su mano.
- A mí me han ofrecido una sustitución en una de las consejerías regionales, sabes que debería desplazarme a la capital diariamente o quedarme a vivir allí durante la duración de esta sustitución. Pues bien los muy caraduras me han ofrecido 600 euros brutos por un turno de ocho horas más algunas tardes.
- Si has trabajado durante todos estas campañas en esa consejería y siempre te han pagado bien ¿no?, dice el padre.
- Si antes pagaban bastante bien, y no suelen pagar mal durante la campaña de mas transito de contribuyentes, pero echando muchísimas horas. Y recuerda que todavía me deben bastantes horas de la última campaña. Pero hay un problema, si te quejas o te niegas a hacer esas horas al año siguiente no te llaman. Dice la chica tras un profundo suspiro.
- Ya lo sé hija, dice la madre jugando con el pelo de su hijo.
- Te explotan y todavía tienes que darle las gracias por hacerlo. Dice el hermano apartando la mano de su madre.
- Es lo que tenemos, vosotros haced lo que creáis oportuno, aunque recordad que más vale 300 euros que nada.
- Lo sé papa, pero esto no tiene fin y cada vez vamos a peor.
- No te desanimes hijo, dice la madre levantándose y situándose al lado de su esposo.
- Vamos a tener que hacer algunos sacrificios.
- Para empezar ya encargué la desconexión de internet así como la supresión de los contratos de ambos. Menos mal que no decidisteis cambiaros de compañía como hicimos nosotros y no tenéis que cumplir la permanencia del contrato.
- Pero Mami, ¿cómo vamos a cambiar los teléfonos?, todo el mundo tiene este número.
- Lo siento hija, dice el padre con resignación.
- Por mi no hay problema, con una tarjeta de prepago puedo tirar.
- En cuanto cobre vuestro padre os compramos dos tarjetas de prepago y sin problema los dos. Decidles a vuestros amigos que tampoco vamos a tener fijo.
- Otra cosa os tengo que decir, os voy a sacar como conductores habituales del seguro del coche.
- ¿Nos vas a dejar sin coche?, dicen al unísono ambos hijos.
- El ahorro es considerable si os saco del seguro, durante un tiempo y hasta que la cosa cambie dejareis de conducir. No os preocupéis yo os llevaré donde haga falta.
- Jo, papa pero cuando salgamos por las noches no te vas a levantar a las 4 a recogernos, ni que tuviéramos 15 años ahora. Dice la hija indignada
- Eso es otra cosa que pretendía deciros. Dice la madre.
- Se acabó el dinero para salidas.
- ¿Cómo?, dice el chico.
- ¿Perdona?, dice la chica.
- Pues que como bien ha dicho vuestra madre, no tenemos ni para daros cuando salgáis los fines de semana, así que, si queréis salir no vamos a poner impedimento, pero no podemos daros nada, estamos en una situación más grave de lo que creéis.
- Está bien papá dicen los dos hijos con resignación.
- Muchas gracias por vuestra comprensión chicos.
- Qué remedio nos queda. Dice el muchacho.
- Tranquilo papá saldremos de esta. Dice la chica.
La madre se acerca a los dos muchachos y les da un beso en la mejilla para después decirles:
- Que orgullosa estoy de mis niños.
- ¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡¡Mamá!!!!!!!!!!!!. Gritan los hijos.
- Lo sé, lo sé, ya no sois unos niños.
El padre mientras tanto sube abatido las escaleras del dúplex camino a su habitación. Se prometió un día que sus hijos recibirían toda la educación que él pudiera darles y que no permitiría que pasaran por los sufrimientos que padeció en su infancia. Pero todo ha sido en balde, todas sus ilusiones y sueños se han esfumado repentinamente sin darse cuenta, sin ni siquiera saber quien o que se los ha llevado.
Buen relato, como todos Lian!! ;D Por cierto el tema que tocas de los trabajadores que no serán indemnizados es de tener en cuenta, que se olvida, con unas indemnizaciones (bajas) a los productores y listo...
ResponderEliminarSaludos!
Lo de las indemnizaciones va a ser algo raro, para empezar se está hablando muy poco y los medios no están dándole nada de bombo. Supongo que no interesa decir que es un desastre lo que ha pasado y que la solución va a ser mas desastrosa. Un abrazo!!!
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